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18
marzo
La Gripe Española

RESUMEN

            Siempre se habla de la mortandad que ocasionó la gripe de 1918, pero su peligrosidad no residió en su mortalidad sino en su capacidad de contagio.

HISTORIA

            La Gripe Española, también conocida como Lady Spanish, tiene de hispana el que la bautizaron como tal, porque ni apareció en España ni se virulentó en la Península Ibérica. En realidad es a todas luces americana, de Estados Unidos.

            Aunque algunos autores consideran que se originó en el Tibet en 1917, la inmensa mayoría sitúan su origen en USA, concretamente en Kansas en donde se detectaron los primeros casos el 4 de marzo de 1918, entre los soldados del ejército norteamericano que esperaban acuartelados su traslado a Europa[1].

            A pesar de todos los estudios efectuados sobre la misma, no hay acuerdo de su mortalidad. Mientras algunos historiadores estiman que causó 40 millones de muertes en todo el mundo, otros rebajan la cifra a la mitad dejándolo en 21 millones.

            En lo que sí están de acuerdo todos es que la Primera Guerra Mundial facilitó su expansión.

            En algún momento dado se produce una mutación del virus todavía no muy clara, pues hasta la fecha no se ha podido aislar el virus de la gripe de 1918. Existen no obstante dos teorías, ambas coinciden en que se recombinó genéticamente con un virus animal, de ahí su virulencia, al no existir memoria inmunológica en la humanidad. Difieren en el virus animal; mientras unos creen que fue con el virus de la gripe aviar, otros sostienen que fue con el de la porcina.

            Con el virus mutado la gripe aparecida en los Estados Unidos es traída por sus soldados a Francia cuando vienen a combatir contra los alemanes. A las pocas semanas el virus de la gripe había invadido los puertos franceses. El ir y venir de las tropas entre el frente y sus países de origen iba a extender el virus a escala mundial. A España llegó, según algunos autores, a través de las tropas portuguesas que atravesaron la península de regreso a casa.

            Se produjeron tres oleadas de la Gripe Española. La primera fue en la primavera de 1918, que fue una forma relativamente benigna; la segunda apareció en otoño, siendo la verdadera pandemia asesina; la tercera fue en la primavera de 1919, pero para entonces el mundo estaba mejor preparado, existía inmunidad natural y fue nuevamente de carácter benigno.

            Al estar el mundo en guerra todos los países, sin excepción, aplicaron la censura informativa para evitar que se enterara el enemigo de la situación en la que estaban. Algunos aficionados a la ciencia-ficción y a conspiraciones mundiales han jugueteado con la posibilidad de que hubiera sido algún ensayo de guerra bacteriológica que se les fue de las manos.

            España, en cambio, era un jugador neutral en la Gran Guerra y no tenía necesidad de censurar la enfermedad de su gente para mantenerla centrada en el esfuerzo bélico. Así que la prensa española documentó completamente la enfermedad, de ahí posiblemente que haya pasado a la historia con el nombre de Gripe Española.

CARACTERÍSTICAS DE LA GRIPE DE 1918

Aparte de las complicaciones pulmonares habituales, en una época en la que no existían los antibióticos[2], esta gripe afectaba especialmente al sistema neurológico, provocando la llamada encefalitis de Von Economo[3].

            Otra característica más hay que señalar de esta gripe. Habitualmente todas las gripes tienen preferencia por niños y ancianos, siendo por tanto estas las edades de riesgo. Pues bien, la gripe de 1918 fue completamente distinta, no atacó a los niños ni a los ancianos ni a los que estaban débiles inmunitariamente; se cebó en los fuertes, en los miembros jóvenes y sanos de la sociedad.

MORTALIDAD

            A pesar del número desorbitado de muertes que ocasionó si comparamos el número de éstas con el número de griposos vemos que no fue tan mortal como parece a simple vista. Los autores que sostienen la cifra de 21 millones de fallecidos estiman en 525 millones las personas que padecieron la gripe, esto nos da un valor de 4 muertos por cada 100 enfermos, es decir una mortandad del 4 %., una cifra inferior a algunas gripes que padecemos en la actualidad[4]. Todo esto sin olvidar que entonces no existían antibióticos; de haber estado es de presumir que la mortalidad habría sido menor.

            Si le damos la vuelta a la cifra del 4 % vemos que de cada 100 enfermos, 96 se curaban[5], mientras que esta tasa de curación, de algunas gripes actuales, es de 90 e incluso menos.

            Entonces, ¿dónde reside la mala fama que adquirió y la verdadera peligrosidad?

            En su fuerte capacidad de contagio.

            En poco tiempo la epidemia estaba a escala mundial. La propagación fue masiva afectando a la mayoría de la sociedad en poco tiempo y obligando a que la vida cotidiana quedase parada; algunos suponen incluso que fue la gripe la que forzó el armisticio y puso fin a la Primera Guerra Mundial. En cambio el número de fallecimientos en relación a las cantidades ingentes de enfermos no fue excesivo si comparamos sus datos con las epidemias actuales.


[1]  Juan Carlos Losada, historiador. http://www.el-mundo.es/ladh/numero56/gripe.html.

[2]  Hoy en día siguen sin existir antibióticos eficaces contra la gripe, pero las muertes que produce no suele ser por la propia gripe en sí sino por las complicaciones que ocasiona, las cuales suelen ser por sobre infección bacteriana, para las que sí existen antibióticos. Lógicamente en un tiempo en que no existían, como 1918, ante un germen tan virulento como el de aquella gripe, podemos sospechar el alto grado de complicaciones y sobre infecciones para las cuales no existía ningún remedio.

[3]  Encefalitis letárgica. Es una enfermedad debida a un virus del género ECHO caracterizada por languidez y letargia, rigidez muscular y parálisis de los nervios craneales.

[4] La mortalidad por el virus de la gripe en 2018 rondó el 10% entre los pacientes ingresados (https://elmedicointeractivo.com). Otros estudios actuales señalan que la mortalidad crece un 41% en las épocas de epidemia de gripe (https://elpais.com)

[5]  Una supervivencia del 96 %.

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