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02
enero
Más Platón y menos Prozac

MÁS PLATÓN Y MENOS PROZAC

  

Autor: Lou Marinoff

 

            Todo el mundo se hace preguntas (sobre el universo, sobre uno mismo, etc.), pero sobre todo las realizamos en las adversidades y cuanto peores son éstas más preguntas nos hacemos.

            El autor considera que la Filosofía puede ayudar a obtener las respuestas, porque la Filosofía no es una entidad extraña o abstracta, es una sabiduría eminentemente práctica y tiene su utilidad cotidiana en nuestra vida.

            No todos los comportamientos extraños son trastornos psicopatológicos. Por otra parte, la definición de trastorno psicopatológico (y por ello, su diagnóstico) depende de cada cultura y de la sociedad de cada civilización. En nuestra sociedad actual se diagnostican como trastornos psicopatológicos muchos comportamientos que en realidad no lo son. El autor considera que la causa de diagnosticarlos como enfermedades psicológicas es debido a intereses económicos principalmente. Pone como ejemplo los trastornos del estrés postraumático, ya que cualquier cosa de nuestro pasado, que nos cause malestar, se podría considerar como de estrés postraumático. ¿Dónde termina el malestar y comienza la enfermedad? Porque un simple malestar no tratado, con el tiempo puede convertirse en un trastorno psicopatológico.

            Otro ejemplo es el trastorno generalizado de ansiedad social, que se puede aplicar a todo aquel que tenga preocupaciones en su vida ¿En realidad este trastorno es una enfermedad? En tal caso nadie estaría a sano y la vida misma sería una enfermedad, dado que, según la OMS, la salud es el estado completo de bienestar físico, mental y social y no únicamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Con esta definición cualquier malestar (por ejemplo, nuestro estado de ánimo por la muerte de un ser querido) sería una enfermedad, ya que mentalmente no tenemos bienestar.

            El autor considera que en estas situaciones es más eficaz una filosofía aplicada a la vida, que cualquier medicamento ansiolítico, porque uno no puede cambiar sus circunstancias, pero sí la forma de interpretarlas, ya que es la forma como se enfoca la fatalidad la que agobia a la persona y no la fatalidad misma.

 

 

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