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17
agosto
SAN MACARIO - Patrón de la Villa de Andorra (2)

EL MUNDO CUANDO VIVIO SAN MACARIO (1)

 

San Macario nació en el siglo IV en Egipto, en la ciudad de Alejandría. La fecha exacta se desconoce, pero sabemos que murió entre el año 405 y el 408 a una edad muy avanzada para aquel tiempo, 99 años[1]. Si hacemos el cálculo obtenemos que debió nacer entre el 304 y el 310 aproximadamente.

Nació, por tanto, en el Imperio Romano.

 

1.- SITUACIÓN POLITICA

 

Tras el asesinato del emperador Cómodo, hijo de Marco Aurelio, en el año 192 Roma entra en el camino de su destrucción. Durante un siglo sufre una serie de guerras civiles y anarquía militar, en donde cualquier jefe legionario podía usar a sus soldados para elevarse al trono imperial[2]. A esto hay que sumar las invasiones extranjeras (las famosas bárbaras) que aprovecharon la debilidad romana para instalarse en su territorio. Los últimos 50 años de aquel siglo fueron los peores.

Finalmente en el 284 se hizo con el poder Diocleciano. Pero la situación del Imperio había cambiado mucho en aquellos 100 años. Ni Italia era ya la provincia dominante ni Roma la ciudad dominante. De hecho, que un emperador se estableciese en Roma habría sido imprudente. La tarea del emperador era la defensa del Imperio y tenía que estar cerca de las provincias exteriores, que peligraban con las invasiones. Por ello Diocleciano estableció su capital en Nicomedia y durante todo su reinado se dedicó a reorganizar completamente el Imperio.

Convencido de que los problemas de Roma se habían multiplicado consideró que era imposible que se gobernara bien con un solo hombre. Por eso en 286 (dos años después de subir al poder) dividió el Imperio en dos: una mitad oriental, que se la quedó él, y otra occidental que cedió a Maximiano. Ambos se dieron el título de Augusto y cada uno adoptó un sucesor al que dieron el título de César, dividiendo cada parte en otras dos. Nació así lo que se conoce con el nombre de Tetrarquía.

Hacia el año 305 abdicó[3] haciendo abdicar también a su compañero augusto, para que ambos césares ascendieran al augustado al mismo tiempo. La primera tarea de éstos fue nombrar a otros dos sucesores o césares.

Es este tiempo de relativa paz[4] cuando nace San Macario en la provincia romana de Egipto. Siendo niño, en el 312, estalló una nueva guerra civil por el poder.

 

1.1.- “In hoc signo vinces”[5]

 

En el transcurso de la guerra Constantino, hijo de uno de los “césares” del período de Diocleciano invadió Italia con sus tropas enfrentándose a Majencio en el Puente Milvio, sobre el río Tíber.

La tradición cristiana posterior dice que antes de la batalla vio una cruz brillante en el cielo y bajo ella escrito “in hoc signo vinces”. Se supone que esto alentó a Constantino, quien ordenó que se pusiera una insignia cristiana en los escudos de los soldados y los envió confiadamente a la batalla ganándola. A su entrada en Roma fue coronado emperador.

La misma tradición dice que su madre Santa Elena encontró la Vera Cruz en el 326 enterrada en el Gólgota y el Sepulcro de Jesucristo sobre el cual se instauraría la iglesia del Santo Sepulcro, todavía visitada en la actualidad en Jerusalén por los peregrinos.

Sea cierto o no, de lo que no hay duda es que Constantino se convenció de que no podía gobernarse bien un Imperio dividido: necesitaba algo que lo unificase.

 

1.2.- Año 313 – Edicto de Milán

 

La madre de Constantino, Santa Elena, era cristiana; pero su padre Constancio Cloro era pagano, rindiendo culto al dios-sol.

El emperador Aureliano, en el año 274, había instaurado la festividad del Sol Invicto, a la que se unirá más tarde el culto a Mitra, cuyo nacimiento se conmemoraba el mismo día solsticial[6]. Tan cerca estaba el mitraísmo del culto al Sol Invicto que a menudo los dos son confundidos.

Pero es que además las similitudes entre el culto cristiano y el dios solar Mitra eran también cada vez mayores.

Pertenecen al culto de Mitra:

 

  • El nacimiento del 25 de diciembre
  • El culto de los Reyes Magos
  • La Eucaristía

 

Por citar sólo los tres más llamativos. Si a esto añadimos un cuarto: muerte y resurrección, nos encontramos unas semblanzas de las cuales un gobernante astuto podía aprovecharse.

Y Constantino lo era.

 

Ilustración 2 – Busto de Constantino el Grande

 

Conocedor de estos cultos por sus padres y siendo las creencias más extendidas en el Imperio debió pensar que era absurdo perseguir al uno y tolerar las otras. Para ello procuró deliberadamente que apenas hubiera distinciones entre el cristianismo, el mitraísmo y el culto al Sol Invicto.

En el año 313 promulgó el Edicto de Milán concediendo entera libertad a la Iglesia y devolviéndole todos los edificios que le habían sido confiscados.

A partir de esa fecha la influencia social del cristianismo aumentó considerablemente. Las leyes se suavizaron y hubo mayor respeto a las libertades humanas, se instituyeron las grandes fiestas de Navidad y Pascua y suprimidas las luchas de gladiadores.

Pero la paz del Imperio no llegó. Constantino aún tuvo que hacer frente a dos guerras civiles en el 314 y 324. A partir de ese año el Imperio vuelve a estar unido bajo un solo mando: Constantino.

Quedaba por unificar el cristianismo. Tras el edicto de Milán se habían abierto nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a competir con los paganos en el tradicional “cursus honorum” para las altas magistraturas del gobierno, así como también ganaron una mayor aceptación dentro de la sociedad civil en general. Se permitió la construcción de nuevas iglesias y los líderes cristianos alcanzaron una mayor importancia (como ejemplo de ello, los obispos cristianos adoptaron unas posturas agresivas en temas públicos que nunca antes se habían visto en otras religiones).

Aunque el cristianismo no se convertiría en religión oficial del Imperio hasta el final de aquel siglo (un paso que daría Teodosio en el 380 con el Edicto de Tesalónica), Constantino dio un gran poder a los cristianos, una buena posición social y económica a su organización, concedió privilegios e hizo importantes donaciones a la Iglesia, apoyando la construcción de templos y dando preferencia a los cristianos como colaboradores personales

Como resultado de todo esto, las controversias de la Iglesia, que habían existido entre los cristianos desde mediados del siglo II, eran ahora aventadas en público, y frecuentemente de una forma violenta. Constantino consideraba que era su deber como emperador, designado por Dios para ello, calmar los desórdenes religiosos, unificando el cristianismo y terminar con algunos de los problemas doctrinales que infectaban las distintas ramas cristianas de los primeros siglos. Para ello se celebró el Concilio de Nicea en el 325.

[1] Otras fuentes dicen 100 años.

[2]  De hecho, tras el asesinato de Alejandro Severo en el 235, veinticinco hombres reclamaron el trono imperial durante los cincuenta años que transcurrieron hasta Diocleciano.

[3]  Tenía más de 60 años y había gobernado Roma durante unos veinte.

[4]  Diocleciano había desencadenado la última persecución contra los cristianos en el 303.

[5]  “Bajo este signo vencerás”

[6]  En su origen, el 25 de diciembre, se celebraba el “Dies Natalis Solis Invicti”, el día del nacimiento del Sol Invencible, festejado por los habitantes del Imperio Romano.

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